La transformación digital es uno de aquellos conceptos que surgen una y
otra vez en las noticias de tecnología o de economía. Pero a veces no nos queda
claro qué quieren decir exactamente, cuál es la dimensión real de la
transformación digital o cómo afecta específicamente a nuestra empresa.
Según nuestra experiencia, la transformación digital es un proceso
constante de integración y adaptación a las nuevas tecnologías que nos
permiten operar de manera más eficiente, por ejemplo, automatizando procesos,
reduciendo costes o mejorando la comunicación. En este sentido, ¿podemos llegar
a decir que ya hemos alcanzado el punto óptimo a nivel tecnológico y que no
necesitamos actualizarnos ni podemos mejorar nada más? Teniendo en cuenta que
surgen nuevas tecnologías constantemente, es muy difícil afirmar que ya podemos
relajarnos y olvidarnos de la transformación digital en nuestra empresa.
Es cierto que el paso de estrategias, productos, servicios y procesos
analógicos a digitales es el punto álgido de la transformación digital para
cualquier empresa, pero una vez hemos iniciado esta digitalización, debemos
entrar en un proceso de mejora constante para no quedarnos obsoletos y perder
competitividad. Hay que ir siempre un paso más allá.
En el contexto actual, en prácticamente cualquier mercado, los usuarios son
cada vez más digitales, y las empresas tienen que ser capaces de responder, e
incluso de prever, las nuevas tendencias y demandas de sus clientes. Por
suerte, Internet proporciona a las empresas una gran cantidad de información
que les permite conocer mejor y tener una visión 360º de los usuarios.
Con el análisis correcto de esta información, las empresas pueden ofrecer un
servicio y atención más eficientes, modificar productos y servicios, realizar
cross-selling y up-selling, fidelizar, convertir… Todo un nuevo abanico de
posibilidades.
Sin embargo, a día de hoy muchas empresas siguen siendo reticentes a una
completa digitalización, o no sacan el máximo partido a las tecnologías a su
alcance. ¿Por qué, si los beneficios están tan claros, nos encontramos todavía
con esta «reticencia digital»?
En primer lugar, por un tema de cultura empresarial, ya sea de
reticencia de la dirección o del propio personal técnico, que es reacio a
cualquier tipo de cambio. A menudo también se debe a una falta de visión
estratégica, es decir, no se ve claro el beneficio de la inversión o su
amortización. Hay otros factores, como la dificultad para decidir qué
tecnología es la más adecuada, o la falta de tiempo y recursos para buscar
información, seleccionar el proveedor y definir y hacer el seguimiento del
proyecto, que se acaban traduciendo en una obsolescencia progresiva de la
infraestructura tecnológica e informática de la empresa, lo que afecta
negativamente a su eficiencia y, en última instancia, a sus resultados.